La sonrisa de un delfín: “el mayor engaño del mundo”

Buscando conocer más sobre las mascotas de los Miami Dolphins, resulta obligatorio saber sobre Ric O’Barry, el entrenador que estuvo a cargo de los delfines que pertenecieron a la serie “Flipper”, los cuales también estuvieron fungiendo como mascota de nuestro equipo, tal como se mencionó en nuestra entrega anterior.

O’Barry, siendo apenas un veinteañero y luego de haber pasado por una unidad de destructores de defensa submarina en la marina estadounidense, comenzó a entrenar delfines en el Sea Aquarium de Miami. A raíz de eso fue contratado por los productores de “Flipper”, convirtiéndolo en uno de los hombres más populares en Estados Unidos durante casi diez años, de 1961 hasta 1970, como entrenador del delfín que por años se tomó las pantallas de buena parte del mundo en la serie que despertó la adoración colectiva por los delfines.

Para producir la serie, se formó un grupo que capturó a cinco hembras de delfines nariz de botella. Dado que no había manual alguno que sirviese de referencia, O’Barry comenzó el entrenamiento con ellas y su método fue tan exitoso que transformaron a este hombre no sólo en célebre, sino que en virtual millonario. Sin embargo, tras finalizar la serie su vida dio un vuelco y paso de ser un entrenador de delfines en cautiverio a convertirse en un activista incansable por la liberación de estos mamíferos.

¿Qué fue lo que sucedió? Al terminar el programa de televisión la vida de los cetáceos cambió. La atención de las personas, la constante actividad y el ajetreo disminuyeron y eso afecto su estado de ánimo y salud física, a tal punto que su consentida, Kathy, se suicidó frente él porque estaba deprimida.

Los delfines son animales que pueden respirar a voluntad, no como los humanos que lo hacemos de forma automática. Ric relató que Kathy tomó aire y se sumergió, cayendo al fondo del estanque negándose a respirar una vez más y él la vio morir. La delfín había cambiado su comportamiento y poco a poco se fue apagando hasta que decidió no continuar más con su vida olvidada en ese pequeño estanque. Al día siguiente el entrenador estaba siendo arrestado por intentar liberar delfines en la Isla Bimini.

Este hecho marcó al entrenador y decidió que siempre que un delfín esté en peligro hará lo necesario para ayudarlo. Por eso, en 2009 presentó el documental “The Cove”, el cual ganó el Oscar a mejor documental en 2010 y es considerado uno de los mejores ecothrillers, pero de eso ya les hablarán en Dolfilms.

Ric O’Barry amaba a los delfines y estando con ellos reconoció esa notable inteligencia no humana, entonces entendió que no debían estar en cautiverio. La delfín Kathy estaba deprimida, él lo había percibido. A pesar de la “sonrisa” que siempre podemos ver en los delfines y que O’Barry define como “el mayor engaño del mundo”, porque no siempre están felices. Y en cautiverio no lo están. Los delfines tienen en el oído el más desarrollado y delicado de sus sentidos. Vivir en un tanque, cuando en un día en el mar pueden recorrer 64 kilómetros, y rodeados de gente gritando, es completamente estresante. Lo que no ven quienes pagan el ticket para el espectáculo es que a diario se les suministran medicamentos (Tagamet y Melox) porque hacen úlceras debido al estrés.

En la Isla Bimini fue el primer arresto de Ric O’Barry y desde entonces se volvieron habituales para él. Afirma que nunca planeó convertirse en activista, pero se siente responsable de haber incitado la creación de esta industria millonaria de los delfinarios y programas de “nado con delfines”. Porque señala que antes de “Flipper” no había más de tres de estos recintos, hoy un solo delfín le puede reportar al negocio más de un millón de dólares al año. “Yo originé el anhelo de cazarlos, de tanto besarlos y abrazarlos… pasé 10 años construyendo esta industria y he pasado los últimos años tratando de derribarla…”, dijo en una entrevista.

Al parecer la industria del espectáculo con delfines no es tan linda como parece, pero ese será tema para una próxima entrega de Vida Cetácea. ¿Alguna vez han nadado o asistido a un espectáculo con delfines? O ¿les gustaría hacerlo? Coméntenos sus respuestas a través de nuestras redes sociales.

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