El delfín como símbolo de lo etéreo Parte I

Si hay un acuerdo tácito sobre el delfín es que es un animal que ha despertado simpatías en todas las épocas por las cualidades que se equiparan a las humanas; generosidad, valentía, amistad e interacción con los miembros de su especie. Se ha utilizado como metáfora o símbolo para el hombre. No extraña verlo representado en frescos de la antigüedad, en libros, monedas.

El delfín es el rey de los mares. Su curiosidad y acercamiento al hombre ha logrado que este lo tome como un habitante adyacente que no lo atacará. Además, las múltiples leyendas que lo colocan como un salvador y un protector de marinos han hecho de su presencia una constante en relatos y conversaciones hasta convertirlo en un tótem o algo sagrado.

Los primeros documentos gráficos donde podemos ver al delfín aparecen, como ya lo mencionamos en entregas anteriores, en Cnosos, la capital de la civilización minoica. Un antecedente de la cultura griega y más importante de lo que a primera vista nos pueda parecer. Para un pueblo como el minoico, marinero, cuyo comercio depende del mar, la presencia de este animal en sus representaciones pictóricas no es casual, pues se le atribuye la capacidad de cuidador, de guía. Es el gran protector del mar contra los peligros. Protege a los marineros de las tormentas y los conduce a puerto seguro en caso de extravío.

Grecia y sus mitos convirtieron al delfín en conductor de almas. En su mitología, el significado de este animal cobra una importancia mayor, se convierte en un aliado fiel del dios Poseidón, que no duda en usarlo como para recorrer los océanos. Asimismo se le representa al lado de Apolo (dios del sol) y Afrodita (diosa de la luna). Esta dualidad, solar-lunar, indica su importancia para los griegos que lo colocan como un tótem fundamental.

Como símbolo solar es inteligencia natural; es actividad o lo que es lo mismo, progreso, avance, una característica del hombre que quiere mejorar y no se estanca. Es salud porque el sol aporta la vida y es espíritu de renovación por no quedarse atrás en lo viejo, sino por contemplar el cambio como un deber necesario para seguir en la lucha de la vida.

Como símbolo lunar es lo oculto, el misterio que preside las noches en la naturaleza; de las profundidades del océano. Lo oculto no es necesariamente un componente nocivo. Es mágico y detrás de la magia permanecen esas fuerzas que rigen la vida de los hombres.

Los griegos son una sociedad que cree en lo mágico. Es también lo soñado. Los sueños para los griegos son la anticipación de lo que va a suceder. Y lo lunar es concepción, por lo tanto la representación de lo femenino. Es el útero materno. En definitiva la vida, el origen de la vida. La forma de media luna del delfín lo coloca como representación de lo lunar.

Por otra parte, tanto para los romanos, con Cupido, como para los griegos con Eros, se ha asociado este mamífero con el amor: la sensualidad, un atributo del deseo; el goce de la unión; la curiosidad sexual, uno de los elementos vitales de la sexualidad plena: la inteligencia, porque sin inteligencia no existe placer sino solo satisfacción de los instintos primarios.

Los celtas, ese pueblo lleno de magia y creencias en lo oculto, no desdeñan la simbología del delfín. En absoluto. Participan de su representación y le dan un lugar predominante como protector del agua. En la cultura celta, el agua es un elemento importante, de una espiritualidad muy grande. Este mamífero protege las aguas sagradas, es el guardián de todo lo relacionado con ella. Y el agua es creador de vida, la vida es prosperidad. El delfín es símbolo de la prosperidad en todos los órdenes.

Pero el delfín no solo está presente en la mitología o culturas “paganas”, pues en la religión también tiene su apartado, pero de ello hablaremos en una segunda parte.

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