Como lo hablamos en la entrega anterior, los delfines forman parte de las creencias de diferentes culturas desde la antigüedad. Entre las religiones más importantes, el cristianismo ha adoptado a este animal como uno de sus símbolos más trascendentes. Es, por ejemplo, el animal marino más citado en las Sagradas Escrituras. En sus orígenes es una confesión perseguida lo que lleva a sus correligionarios al uso de símbolos para protegerse de los enemigos; uno de ellos es el delfín. De ahí se da el paso de asimilarlo a la imagen de Cristo. De esta manera, adquiere la connotación de esperanza en la salvación.
Un delfín rodeando un ancla tiene una significación profunda para un cristiano: “Cristo viene a salvar nuestras almas tras el juicio final. Cristo es generoso y es nuestro amigo”. El delfín representa esa imagen de la amistad y la salvación de nuestras almas después de muertos. Eso nos da tranquilidad. Como nos la da el que sea nuestro guía hacia la eternidad, hacia el lugar donde reposaremos eternamente.
Para muchos de los primeros navegantes cristianos, el delfín era un símbolo de Jesús. Los atributos de los delfines en el folclore se atribuyeron, y con razón, a Jesús como el salvador, el salvador de los marineros, guía y por supuesto, amigo. Como se pueden imaginar, los que vivían en el mar estaban mucho más relacionado con delfines que con ovejas. Y así, el delfín se convirtió en una imagen cristiana popular.
El arte cristiano temprano también está repleto de imágenes de delfines. Muchas veces un delfín fue colocado en lápidas cristianas que representan a Cristo como “guía” de las almas de los fieles a su gloria eterna. En otras piezas de arte, un delfín se envuelve alrededor de un tridente y simboliza a Cristo en la cruz. A principios del siglo tercero, los cristianos comenzaron a utilizar la imagen de los delfines como un símbolo específico de Cristo, el guía de las almas a través de las aguas de la muerte o de Cristo el amigo de las almas.
Los delfines se encuentran incluso en la arquitectura de la Iglesia primitiva. Constantino tenía candelabros del altar encargados para San Pedro e incluso un candelabro dela iglesia con más de veinte delfines que rodean el centro. No debería ser una sorpresa que estos mamíferos sean una imagen del Cristo.
En la Masonería – grado decimotercero – el delfín representa una nueva etapa o condición material (o gúnica) deseable, que se debe adquirir primero para superarla después. Esto puede leerse en el Srimad Bhagavad Gita, donde Srí Krishna afirma: “No seas trigúnico, oh Arjuna”. El delfín corresponde a la cualidad o guna Sattwa que equivale a ritmo, armonía y gracia. Es necesario aclarar brevemente esto, pues el símbolo indica la necesidad de armonización interior con el infinito, equilibrando los ritmos personales con las vibraciones del cosmos.
Esto supone una formación cosmológica que permita al Iniciado vivir en paz con la vida. No olvidemos además, que el delfín ha sido desde siempre considerado el rey de los peces y próximo al hombre por sus facultades. De él se afirma que cruza las aguas, yendo directamente a su meta, sin extraviarse en caminos sin salida ni dejarse desviar por corrientes traicioneras. Así el iniciado debe tener clara su meta y que su firme voluntad no le permita desviarse de la senda ni malgastarse en pequeñeces. Es pues un símbolo del maestro y de la voluntad de servicio fraternal al mundo tanto en el orden espiritual como en el material, cosa que debe ser la cualidad permanente y distintiva del iniciado.
Vaya que este animalito está “metido” en todo, ¿no?
Veo muchos delfines dibujado en el cielo, como tbien angeles, cocodrilo la paloma del espíritu Santo Hallelujah, fotos de mi ángel de guardas como números también gracias gracias gracias a mi Dios Amén